Amanita rubescens:
Es un hongo basidiomiceto caracterizado por poseer un sombrero globoso, cuando es joven, que evoluciona a plano, de color rojizo, con la tonalidad del vino: en la madurez, posee numerosos restos del velo de la volva, de color blanco rosáceo. La cutícula es separable con facilidad. El margen, incurvado a plano, no es estriado, y es delgado. Las láminas, numerosas, libres, son de color blanco, así como sus esporas. El pie es cilíndrico, de color blanquecino a rosado; en su base posee una volva del mismo color o ligeramente más saturado.[1] Crece en pinares y en brezales.
De interés en gastronomía, debe consumirse siempre cocinada, nunca cruda; esto se debe a la presencia de hemolisinas que desaparecen al calentarse hasta los 65 ºC.[1] Dichas hemolisinas actúan eliminando los eritrocitos de la sangre. No obstante, su interés culinario está discutido, puesto que, aun destruidas las hemolisinas tras un shock térmico, aún son indigestas.[1] Debe cuidarse su identificación porque se presta a confusión con Amanita pantherina, esta última muy tóxica.